"Después de 48 Horas, solo un chico seguirá vivo"
Capitulo VIII
Las miradas de todos nosotros aterrizaron en Lay, que estaba sentado en el sofá, al que todo esto había pillado por sorpresa, pero que se levantó inconscientemente.
—La lesión de su espalda no se ha curado todavía –dije, y sujeté a Lay, que ya estaba yendo hacia la máquina Dance Revolution—. En la actuación de antes de subir al avión empeoró, y lo sabes —miré fijamente a Kai.
Dejó escapar un gruñido, molesto, y me miró burlón:
—Bueno, ¿y qué te parece si eres tú el que juega conmigo?
Por alguna razón, me tragué mis palabras. Era un cobarde.
—Y quién no tiene algún tipo de lesión aquí —dijo Kai, sonriendo, despreciando con la mirada a Lay. Ésa era la mirada que Lay había visto tantas veces desde que llegó a Corea y a la que aún no había podido acostumbrarse. Kai conocía las debilidades de Lay demasiado bien.
—Está bien, no pasa nada —Lay apartó mi mano, se alejó de mí y se subió a la Dance Revolution.
Luhan me miró, ansioso, parecía que me preguntaba con la mirada qué era lo que yo quería. Me sentí con ganas de darme mil bofetadas, me moría por bajar a Lay de la Dance Revolution. Pero no lo hice. Simplemente vi como mis hermanos se jugaban a suertes sus propias vidas.
—Lay, eres un oponente respetable, pero no vas a ganar —Kai se cruzó de brazos mientras escrutaba a Lay. Éste se quedó en silencio, mirando a la pantalla.
—¿Empezamos? —Kai miró a Lay, provocándolo.
De repente, Luhan exclamó:
—¡Esperad!
Los dos chicos que estaban de pie sobre la Dance Revolution volvieron la cabeza para mirar a Luhan, esperando a que continuara.
Luhan me miró a mí, y luego a Kai, parecía que no encontrara las palabras.
—¿Cuál… cuál será el castigo? —preguntó.
—No lo sé —dijo Kai—. Si quieres, puedes bailar en mi lugar, y cuando pierdas contra Lay nos enteraremos —estaba tranquilo mientras sostenía la mirada de Luhan—. Hace apenas un momento, ¿no decías que alguien tenía que morir? —le reprochó, esperando a oír su decisión—. ¿Qué pasa? ¿Ahora que el objetivo no es el mismo, la cosa cambia?
Luhan guardó silencio durante mucho tiempo mientras miraba fijamente a la pantalla de la Dance Revolution.
—Bueno, vamos a empezar —dijo Lay, dándole la espalda al resto de miembros.
—¿Cómo quieres jugar? ¿Dobles estilo libre? —Kai lo miró, Lay levantó la cabeza y todos sabíamos lo que eso significaba.
Todos conocíamos ya el juego de las máquinas Dance Revolution, sobre todo la PIU Dance Machine que teníamos delante ahora mismo, porque era el mismo tipo de máquina que utilizábamos para practicar cuando éramos trainees. La Piu Dance Machine, también llamada New Century Dancer, se volvió increíblemente popular en Asia en sólo 10 años, y era famosa por su dificultad y por la cantidad de estilos complejos de juego que tenía.
Incluso para gente que tuviera formación en baile, el objetivo y modo de juego de la Dance Revolution ya era de nivel avanzado. En estilo libre, la habilidad al bailar y la seguridad en uno mismo eran cruciales a la hora de ganar puntos, es decir, uno tenía que utilizar su instinto para saber de antemano los movimientos que tenían que hacer, y esto era imposible para alguien como yo.
Sin embargo, Lay y Kai no sólo podían jugar en el nivel más avanzado de estilo libre, sino que también podía establecer su propio nivel de dificultad para el juego. Por ejemplo, como Kai acababa de decir, una sola persona podía bailar lo que tendrían que hacer dos, o sea, que sus puntos se duplicarían con cada movimiento que hicieran, pero no podían parar ni un momento.
Todos habíamos jugado a ese juego “imposible” en el pasado cuando estábamos entrenando, y hasta estas dos personas lo habían pasado mal intentando superar este nivel. Si uno perdía la calma durante el juego, era imposible que pudiera recuperarse.
Lay sonrió, con los ojos tristes.
—Cualquier cosa me vale.
—La tercera canción —dijo Kai mirando a la pantalla.
Dándose la vuelta, Lay se quedó muy quieto por un instante y dijo en chino:
—Sal de aquí con vida, mis padres están en tus manos.
Entonces, le hizo un gesto a Kai para que comenzara.
No estaba seguro de si eso iba dirigido a mí o a Luhan, ni siquiera pude responderle nada antes de que el juego comenzara. Y pronto me di cuenta de que el juego no parecía un juego para nada, más bien era una tortura.
Cada vez que Lay tenía que agacharse a tocar una de las flechas de la plataforma de baile con ambas manos, el sudor goteaba de las puntas de su pelo y las gotas volaban por todas partes con los vigorosos movimientos de su cuerpo al bailar.
Su mirada no se relajó en ningún momento, con esa expresión que nos decía que seguía aguantando a pesar de que no podía más, esa mirada que había visto tantas veces antes.
Innumerables noches en un solitario estudio de baile, frente al enorme espejo que de forma inconsistente reflejaba un brillo de esperanza y seguridad, pero también mal humor y desesperación.
—Tus movimientos no son lo suficientemente explosivos —decía el profesor de baile, impasible. Esta era la razón por la que Lay no subió a la clase avanzada después del examen del verano de 2009. Para Lay, que se había especializado en baile, no pertenecer a la clase avanzada significaba que no tenía ninguna posibilidad de debutar.
—Puedo mejorar —contestó Lay, haciendo una reverencia.
No me sorprendió, porque incluso cuando ya pensabas que estaba acabado, él siempre se las apañaba para seguir adelante, como diciéndote: “mira, estoy vivo.”
Ya había olvidado cuánto tiempo hacía que habían empezado, pero ambos estaban ya en ese momento en el que tenían que darlo todo para seguir. Los dos chicos deshidratados apretaban los dientes, con las caras casi cadavéricas. La espalda de Lay probablemente estaba ya entumecida, y como hacía tanto tiempo que pasaba hambre, la expresión de Kai era de todo menos saludable. Esas expresiones que mostraban que no tardarían mucho en desmayarse estaban suplicando que el juego acabara pronto.
En el momento en que ambos completaron el mismo movimiento, el juego se paró. Las dos pantallas dijeron que habían pasado de nivel, y que tenían que pulsar el botón para pasar a la siguiente ronda.
De rodillas en la plataforma de baile, los dos jadeaban y respiraban pesadamente, mirando a las pantallas, no podían articular ni una sola palabra. Lay agachó la cabeza, se mordió el labio y cerró los ojos con fuerza, con la mano izquierda se sujetaba la espalda, y ni siquiera podía ponerse en pie. Los labios de Kai estaban mortalmente pálidos, tenía las dos manos en el suelo para mantenerse en equilibrio, y sufría unas oleadas de náusea incesantes. Si tenían que bailar otra ronda, sin duda tendríamos un ganador antes de que terminaran el baile entero.
—Ya no pueden seguir, tenemos que elegir a otros dos que los sustituyan —Sehun se adelantó y sonrió en mi dirección.
En frente de nosotros, Luhan se puso de pie y se acercó a la Dance Revolution. Se dio la vuelta y miró a Chanyeol y Tao, y le dijo a Chanyeol:
—¿Ves? Supongo que esto es el karma, por decirte que morirías antes que yo.
Lay estaba empapado de sudor, tirado en el suelo mirando a Luhan con mucha preocupación.
—¿Cómo vamos a jugar? —Luhan sonrió mientras miraba a Sehun.
—Tú eliges —Sehun inclinó la cabeza a un lado.
—Nosotros no podemos jugar a doble estilo libre, pero si jugáramos normalmente tampoco podríamos declarar un ganador —dijo Luhan. Sehun agachó la cabeza, pensativo, había muchos estilos de juegos, pero él y Luhan eran buenos en varios aspectos, era una decisión difícil.
—Vamos a hacerlo a suertes —Luhan se dio la vuelta y miró a Chanyeol.
Después de correr escaleras arriba para buscar un papel, le pidió a Baekhyun su eyeliner, Chanyeol partió el papel en 10 trozos en los que escribió algo, los plegó y se los puso todos en la mano. Luhan le hizo un gesto a Sehun para que eligiera uno; Sehun cogió un trozo de papel plegado, lo abrió, y dentro estaba escrito en coreano:
—De rodillas.
No daba crédito a mis ojos.
“De rodillas” era un estilo de baile que esos bailarines buenísimos (y locos) habían inventado, en el que había que bailar arrodillado, y esto requería mucha fuerza en la cintura y en las extremidades. Era un estilo que provocaba muchas lesiones en la cintura, en la espalda y en las rodillas. Además, este tipo de baile no era bonito de ver en absoluto.
Una de las razones por las que nunca jugábamos a este estilo era porque lo utilizaban como castigo para los trainees. Todo el mundo miraba mientras la persona cumplía con su castigo, y normalmente los castigados acababan perdiendo el interés y la pasión por el baile debido a la grandísima humillación que esto suponía, y terminaban por dejar de entrenar. A veces, este era el propósito último del castigo, si alguien perdía el interés en seguir entrenando probablemente es que nunca estaría preparado para debutar. Aquellos que decidían seguir adelante prestaban menos atención a su reputación, carga, humillación y el dolor que causaban los rumores. Se volvían más perseverantes, más competentes y acababan por cumplir las expectativas de la empresa, volviéndose artistas puramente vocacionales.
De entre nosotros 12, había un único miembro que había cumplido con este castigo, y ese miembro era Lay.
A principios de 2010, la selección de candidatos apropiados para la nueva boy band que la compañía quería que debutara estaba a la vuelta de la esquina, y Lay, a quien ya habían ascendido a la clase avanzada tras mostrar mejoras significativas, era uno de los candidatos para el rol de bailarín principal. Aunque la intensa competición aún existía, Lay se convirtió en el candidato más probable para esa posición, justo por detrás de Kay, ya que la compañía planeaba abrir una puerta al mercado del entretenimiento en China. Aunque ya hacía 2 años que era trainee, había demasiada gente con los ojos puestos en el papel de bailarín principal.
—Ni siquiera es guapo, ¿es sólo porque es chino…? —escuché esa frase mientras Lay y yo volvíamos hacia el dormitorio, pero nuestro intelecto nos decía que no podíamos permitirnos cometer ningún error en ese período de tiempo.
Nuestros defectos tuvieron que surgir en el peor de los momentos. Una noche, a final de febrero de 2010, recibí una llamada del director, que me dijo que fuera a la pequeña sala de prácticas de la sala de invitados de la compañía para someterme a la legendaria inspección facial. Durante esta inspección, mi cara sería evaluada para ver si necesitaba algún tipo de cirugía plástica antes de debutar.
Fui a la inspección con el corazón inquieto. Aunque estaba totalmente en contra de la idea de la cirugía, aún tenía esperanzas de pasar la inspección con los rasgos genuinos de mi rostro; o que fueran sólo un par de retoques lo que necesitara.
Nunca había estado en la sala de invitados, y no había ningún profesional esperándome allí, al contrario de lo que yo pensaba. Encendí las luces y vi un pequeño cuarto de baño, una habitación con una cama y la famosa sala de prácticas de dentro de la habitación.
Al entrar, me di cuenta de que había espejos por todas partes, y cámaras en todas las esquinas. Una voz que salía de uno de los altavoces en la esquina de la habitación me ordenó que diera un giro de 360º, que pusiera diferentes expresiones faciales, que alargara los brazos, que me doblara hacia delante, y otras muchas cosas.
Las hice todas.
Después, la voz me ordenó que me desnudara, y que volviera a hacerlo todo. Después de dudar mucho, dije:
—Primero tengo que ir al baño.
Fui corriendo al salón e intenté abrir la puerta para salir, pero me di cuenta de que la puerta se había cerrado automáticamente desde fuera después de que yo entrara. Intenté calmarme, volví al cuarto de baño en el que había una ducha. Saqué el teléfono y marqué un número: el de Lay.
Después de decirle dónde estaba, Lay llegó enseguida, pero al darse cuenta de que no tenía la llave de la habitación, me mandó un mensaje:
"Intenta aguantar un poco, haz que no sospechen."
Poco después, trepó por la pared y llego a la conserjería que había en el segundo piso, rompió la ventana, cogió las llaves de todas las puertas del edificio, abrió la puerta y nos fuimos corriendo.
No se lo dijimos a nadie. Al día siguiente, cuando los conserjes estaban a punto de llamar a la policía para denunciar a Lay por destrucción de la propiedad y por el robo de las llaves, el director dijo que lo dejaran correr.
—No tendréis que informar a la policía sobre esto —dijo—. Decidles a todos los trainees que se reúnan en la sala polivalente.
Ese día hacía sol. Lay confesó, delante de todos los trainees, que sólo había robado las llaves porque quería comprobar si se había olvidado la cartera en el estudio de prácticas. Aunque la razón era un poco absurda y no tan grave como para llegar al punto de romper una ventana, el presidente no intentó ahondar más en el tema, sino que le dio a Lay dos opciones: dimitir e irse de la empresa inmediatamente, o cumplir con el castigo de bailar en la Dance Revolution arrodillado.
De esta forma, Lay cumplió con su castigo ante la mirada de todos sus sunbaes. Sus rodillas raspadas y el tormento perenne que le causaba su lesión en la espalda eran el resultado de este castigo.
De pie frente a la Dance Revolution, Sehun y Luhan estaban callados, Chanyeol dijo apresuradamente:
—No, no, esto es culpa mía, no tendría que haber puesto esa opción, coged otra, coged otra.
Dudó por un momento, pero Luhan levantó la cabeza y dijo:
—Olvídalo, al fin y al cabo el objetivo de esto es distinguir entre el ganador y el perdedor, esta es la manera más adecuada.
Sehun miró a Luhan y sonrió.
—Además, ninguno de los dos hemos probado este estilo antes. Es lo justo.
Mientras veía a los dos arrodillándose en la plataforma de baile, preparándose para el juego, Lay, que estaba tumbado en el suelo, levantó la vista y le dijo a Luhan en chino:
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